Rebeldía, Color, Espíritu: Expresionismo Alemán

Una semana más en Parte del Arte os acercamos las exposiciones más interesantes que se han inaugurado en nuestra ciudad y que, por supuesto, incluimos en la programación de nuestro curso Exposiciones y Colecciones de Madrid.

En esta ocasión os hablamos de la reciente muestra del Museo Nacional Thyssen- Bornemisza que lleva como título “Expresionismo Alemán en la colección del Barón Thyssen-Bornemisza”. Lo cierto es que se trata de una muestra que estaba prevista para abril pero que, dadas las circunstancias sanitarias, finalmente se ha adelantado. Se inauguró el pasado 27 de octubre y uno de los aspectos más significativos es que con ella el museo arranca toda una serie de eventos programados para celebrar el «Año Heini” ya que, en 2021, se cumplirán 100 años del nacimiento de Hans Thyssen-Bornemisza, el barón fundador del Museo y uno de los coleccionistas más importantes del siglo XX.

El museo ha organizado una gran fiesta con un escenario de lujo repleto de colores vivos y llamativos, toda una explosión de color que nos harán disfrutar de esta muestra y acercarnos a la historia del Barón y de su pasión por este arte que, como os vamos a contar, fue el pistoletazo de salida para una de las colecciones de arte moderno más importantes del siglo XX. Además, a esta celebración no ha querido faltar nadie, y por ello, la exposición nos muestra obras que pertenecen a la propia colección del Museo y obras que pertenecen, por un lado, a Carmen Thyssen y, poro otro, a las colecciones privadas de sus hijos Francesca y Alexander, unas pinturas que nunca se habían mostrado al público en nuestro país.

Pero ¿cuándo se interesó el barón en este tipo de pintura? En mayo de 1961 el barón visitó una subasta de arte en Stuttgart y allí se quedó fascinado con una acuarela del pintor expresionista Emile Nolde. Esta joven pareja pintada entre 1931 y 1935, despertó en el Barón un interés que hacía tiempo que no sentía. Acostumbrado a la colección de su familia, centrada en pintura antigua (sobre todo renacentista y barroca) llamaron su atención las figuras silueteadas, la gama audaz de colores tan contrastada que creaba una atmósfera de tensión entre los personajes, por lo que decidió comprarla.

Emile Nolde. Joven Pareja (1931-1935) Parte del Arte

“Mi padre despreciaba el arte moderno. Siempre decía que el arte se había terminado al final del siglo XVIII y cuando yo era joven, me lavó el cerebro, me hizo pensar como él durante mucho tiempo”.

Hans Heinrich “Heini” Thyssen-Bornemisza

Como podéis imaginar, este nuevo camino que “Heini” iniciaba no gustó especialmente a su familia, y fue entonces cuando decidió rebelarse contra su padre. Esta rebeldía tan presente en la exposición provocó que, a partir de 1947, tras la muerte de su padre y cuando hereda la fortuna, empresas y colección de arte, decida iniciar un nuevo camino con una colección mas moderna, abierta e internacional cuando tenía ya unos cuarenta años.

“Empecé a pensar que, si los primeros años del siglo XX habían producido tantas cosas importantes en la ciencia, en la técnica y en otros campos, el arte de esa época tenía que ser también interesante”.

Hans Heinrich “Heini” Thyssen-Bornemisza

En este sentido fueron fundamentales amigos como Stavros Niarchos y David Rockefeller, que también coleccionaban arte moderno. Se sintió más cercano a ellos que a su familia y lo que había significado. Él no quería ser un gran magnate como su padre y su abuelo, ni tampoco mantener el carácter conservador de ambos. A él le interesaba el mundo moderno, y por eso fijó uno de sus primeros objetivos en el conocimiento del Expresionismo Alemán, tachado de arte degenerado por la Alemania del Tercer Reich.  

La exposición nos muestra muy bien todo este contexto político, histórico y social. Lo hace a través de las obras expuestas ya que se da a conocer el viaje y el contexto que ocupan desde que salen de los talleres de los artistas hasta que llegan a la colección. Además, no sigue un orden cronológico, sino temático, que ayuda a reforzar la comprensión del momento en el que se constituye esta colección.  Por supuesto, os contamos algunas claves de esta fantástica muestra:  

LOS ARTISTAS: PROCESOS DE CREACIÓN

“El expresionismo es una droga, es como si este arte te gritara, te bombardea con efectos y te provoca una excitación nerviosa como la de la música moderna”.

Hans Heinrich “Heini” Thyssen-Bornemisza

Sin duda, estas palabras del barón describen muy bien el sentimiento que compartían todos los artistas del movimiento: una misma forma de entender que el arte parte de la visión interior del artista y que ya no busca imitar una realidad, sino crear una nueva. Los artistas del grupo Die Brücke (el puente) o del Blaue Reiter (Jinete Azul) entendieron sus talleres como un laboratorio de nuevas ideas, decorado con esculturas cercanas a las de los pueblos primitivos, batiks estampados o muebles rústicos fabricados por ellos mismos.

Ernst Ludwing Kirchneer. Fränzi ante una silla tallada. 1910. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Parte del Arte.
Ernst Ludwig Kirchner. Cocina alpina, 1918. Museo Thyssen Bornemisza. Parte del Arte

REFERENTES

Los artistas expresionistas buscaban reivindicar una era preindustrial pura y sin contaminar, volviendo a representar exteriores o inspirándose en los referentes culturales de aquel tiempo como Munch. Por eso, en esta exposición encontramos obras de este novedoso y colorido estilo junto a, por ejemplo, pinturas de Van Gogh (Les Vessenots en Auvers, 1890) o Gauguin (Idas y venidas, 1887) Así, la exposición pretende para mostrar el interés que despertaron en ellos estos pioneros de la modernidad, cuya obra pudieron conocer de primera mano a través de publicaciones y exposiciones.

Izq: Vincent van Gogh. Les Vessenots en Auvers, 1890. Dcha: Erich Heckel Casa en Dangast (La casa blanca), 1908. Parte del Arte.

EXTERIORES

Uno de los aspectos más importantes para este movimiento de vanguardia fue el paisaje, objeto de múltiples obras. Y es que, para estos expresionistas, la relación entre el hombre y la naturaleza, como muy bien muestra la obra de Franz Marc (El sueño, 1912) fue fundamental para el desarrollo de su producción. El paisaje se transformó en su estudio al aire libre, donde
les llevo a una búsqueda incesante de lo originario y pueblos primitivos.

Karl Schmidt-Rottluff El pueblo de Dangast, 1909. Parte del Arte.
Ernst Ludwig Kirchner Paisaje con castaño, 1913. Parte del Arte.
Karl Schmidt-Rottluff Reflejo de nubes, 1936. Parte del Arte.

LA DIFUSIÓN DEL NUEVO MOVIMIENTO

Wassily Kandinsky Pintura con tres manchas, n. 196, 1914. Museo Thyssen Bornemisza .

La mayoría de estos artistas expresionistas escribieron manifiestos y organizaron muestras programáticas como vehículo de divulgación de sus ideas artísticas y poco a poco fueron alcanzando cierto reconocimiento de crítica y público. En estas salas se reúnen algunas de las obras que acabaron formando parte de la colección Thyssen y que fueron incluidas en las primeras exposiciones tanto colectivas como individuales del Jinete Azul; como por ejemplo la Vista de una plaza (1912) de Paul Klee o la pintura con tres manchas (1914) de Kandinsky.

Sin embargo esta creciente difusión pública de los expresionistas se vio interrumpida con el inicio de la Gran Guerra. Hacia 1913 el grupo inicial del Brücke ya se había dispersado y cada artista siguió su trayectoria por separado; Macke y Marc fallecieron en el frente; Kandinsky volvió a Rusia; Jawlensky se refugió en Suiza… Una década después, muchas de ellos como Kandinsky o Klee se desplazaron a Dessau para trabajar en la Bauhaus y otros como Grosz o Max Beckmann se dedicarían a mostrar en su obra la descomposición de la sociedad alemana.

Sala de Exposición con la Pintura con tres manchas de Kandinsky al fondo. Parte del Arte.

LA POLÍTICA: PERSECUCIÓN Y ESTIGMATIZACIÓN

Como ya hemos mencionado, uno de los aspectos que más llamaron la atención de Heini Thyssen fue el colorido y la fuerza expresiva de la pintura expresionista, pero también le persuadió las razones políticas del movimiento.

Debemos tener en cuenta que el ascenso de Hitler al régimen nacionalsocialista dio lugar a una política de depuración artística que creo conceptos como “arte degenerado”. Se organizaron diferentes exposiciones y varias pinturas que se encuentran hoy en la colección Thyssen formaron parte de aquellos fondos que fueron denigrados. Es el caso, por ejemplo, de la Metrópolis que pintó George Grosz, que fue catalogada como “herramienta de propaganda marxista contra el servicio militar”. Lo cierto es que el recorrido de la obra es muy interesante.

Greorge Grosz. Metrópolis, 1916-1917. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Fue puesta a la venta directamente por el gobierno del Reich en una polémica subasta en 1939 en la Galerie Fischer de Lucerna, en la que se llegaron a vender más de cien obras incautadas. Metrópolis fue comprada por Curt Valentin, un galerista alemán instalado en Nueva York que rápidamente revendió la obra al coleccionista Herman Shulman. Pero cuando la figura de Grosz estaba asentada y consolidada en América, Curt Valentin volvió a adquirir la obra y poco antes de morir se la vendió a un marchante que, ya en 1978, se la vendería al Barón. Y es que, a pesar del intento de los nazis por pugnar el arte moderno, lo que consiguieron fue que creciera el interés por este arte en el ámbito internacional.

Max Beckmann. Quappi con suéter rosa, 1934-1934. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Lo mismo ocurrió con el pintor Max Beckmann. En esta exposición volvemos a ver a Quappi, una de las grandes obras que posee el museo y sin duda, una de nuestras obras favoritas. Quappi es el reflejo de toda esta época y su proceso de creación nos muestra un mundo que se torna triste e intranquilo. A través del testimonio de Stephan Lackner, el primer propietario del retrato y un buen amigo de Beckmann, sabemos que, en la primera versión, Quappi tenía una sonrisa más amplia. Sin embargo, en el intervalo que había transcurrido entre las dos sesiones, la vida de los Beckmann había sufrido una fuerte transformación. Los nazis habían obligado al pintor a abandonar su cargo de profesor de la academia de Frankfurt y la pareja vivía clandestinamente en Berlín, intentando pasar desapercibida. La sonrisa de Quappi se hizo más pequeña entonces.

LOS MARCHANTES: REHABILITACIÓN Y RECUPERACIÓN

Si hay algo que está muy presente en esta exposición es la figura del marchante. El propio Barón Thyssen encontró en uno de ellos la figura de un mentor, casi de un padre. Se trataba de Roman Norbert Ketterer, subastador y galerista que desde el final de la guerra había trabajado con enorme éxito recuperando el expresionismo alemán y sacándolo al mercado internacional. Él era el albacea de Ernst Ludwing Kirchneer, que pronto se convirtió en el artista favorito de Heini Thyssen. Cuando Ketterer necesitaba dinero, le vendía a Heini alguna obra de su colección. Así es como llegó a la colección, por ejemplo, la obra de Fränzi ante una silla tallada.

Franz Marc. El sueño, 1912. Museo Nacional Thyssen Bornemisza.

El barón Thyssen fue un coleccionista interesado por la historia de los cuadros que adquiría y se sintió especialmente atraído por obras emblemáticas, que contaran con un pasado memorable. El sueño de Franz Marc es sin duda el mejor ejemplo. La obra la encontramos al inicio de la exposición por la referencia a la naturaleza y el color expresivo, pero el recorrido de la pieza es uno de los más interesantes de la historia de la exposición. Fue el mismo pintor quien se lo regaló a Kandinsky y por eso, durante cierto tiempo el cuadro estuvo en Rusia (de 1914 a 1921). Años después, fue seleccionado para la International Exhibition of Modern Art de la Societé Anonyme celebrada en Nueva York y en varias ciudades americanas durante 1926 y 1927. Incluso cuando el barón Thyssen la compró, todavía pertenecía a Nina Kandinsky, segunda esposa del pintor. Y como esta, la exposición muestra el recorrido de diferentes obras que al igual que encandilaron al barón, también ganará al público que la contemple.

LA COLECCIÓN: UNA IMAGEN GLOBAL/INTERNACIONALIZACIÓN

El último de los ámbitos de la exposición nos recuerda la rebeldía del Barón a la hora de iniciarse en el coleccionismo del arte moderno. A través de un mapa muy visual y cronológico descubrimos las adquisiciones de Heini Thyssen y todos los proyectos que llevó a cabo, como por ejemplo la primera muestra de arte expresionista que realizó en Villa Favorita (Lugano, 1989)  y que acabó viajando a ciudades como Washington, Fort Worth y San Francisco.

Los barones Thyssen en la inauguración de la exposición Espressionismo. Capolavori della Collezione Thyssen-Bornemisza en Villa Favorita, Lugano, 1989. Parte del Arte.

Al final de la exposición entendemos el espíritu de libertad que embriagó al barón y que rompió con la tradición académica. El Expresionismo alemán le concedió la licencia de atreverse con todo; en 1963 se atrevió a comprar una obra de Pollock, y en los 70 adquirió dadá, surrealismo, expresionismo abstracto, pop art… De hecho, en términos de cantidad, ha sobrepasado la colección de maestros antiguos.

El coleccionismo fue para Heini la manera de vivir en primera persona y hacer suya la historia del arte, y por suerte, hoy esa historia del arte la podemos disfrutar en el museo y en esta fantástica exposición que estará hasta el próximo mes de marzo en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza.

Wassily Kandinsky. La Ludwigskirche en Munich. 1908. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Parte del Arte.

Nos despedimos por hoy. Como siempre, nos encantará leeros y comentar con todos vosotros y vosotras qué os ha parecido la exposición. Ya sabéis que podéis encontrarnos en nuestras redes sociales (Instagram, Facebook y Twitter), nuestra página web y en este Baluarte. ¡Seguidnos para no perderos nada!

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